Telescopios: «La letra y el mensaje de las canciones no son un adorno en nuestra música»

mayo 11, 2020

Dialogamos con Rodrigo Molina, cantante y bajista de Telescopios, una banda que coquetea entre pop y psicodelia. El 6 de marzo editaron su tercer álbum de larga duración, titulado en forma homónima, precedido por El templo Sudoku (2015) y Doble de riesgo (2018). Entre Buenos Aires y Córdoba capital, entre mate y café y charla de tarde que penetra la trasnoche, el frontman expone las aristas de su tercer disco y los orígenes folclóricos de la banda.

¿Por qué se produjo este cambio en el sonido del disco? Ya lo habías adelantado en el programa Ortega y Casete, pero también hubo un cambio estético. Antes eran más apocalípticos, medio cyber punk, ahora están más melancólicos y abandonaron esta idea futurista.

De una, creo que ese impulso cyber punk sigue estando, pero sin duda la atmósfera del disco tiene una estética distinta. Un poco más cruda o directa, quizás; la ausencia de capas de sintetizadores aporta a esa diferencia. A este disco lo pensamos más desde lo esencial: en Doble de riesgo (2018) la voz y el mensaje de las canciones se nos venía poniendo adelante, como si estuviésemos descubriendo cada vez más el poder de comunicar que tiene la música. Esa cuestión de priorizar la voz como elemento principal hizo que, casi por defecto, en este disco nuevo fuéramos laburando los temas con pocos elementos; teníamos tres o cuatro sonidos, varios teclados mecánicos más que sintetizadores. Trabajar con poco hizo que entre las canciones haya muchos elementos compartidos. Aunque ahora que lo decís, creo que hay algo de futurista en la atmósfera de los coros, como si los estuvieran cantando unos robots medios confundidos…

Hay menos diálogo entre teclados…

Ocupan un lugar súper justo y necesario, y mientras íbamos escuchando el resultado y la lista de las canciones, rara vez nos pasó sentir: «che, acá podríamos agregarle este colchón», «allá sumarle otro timbre a este teclado».

Hay dos cosas del último disco que me llaman la atención. Por un lado, lo titularon Telescopios y el disco homónimo suele ser el debut. Por otro lado, le prestás un poco más de atención a la voz y el acompañamiento del bajo. Ahora bien, tu primer instrumento fue la guitarra…

Sí, los roles en la banda suelen ser muy difusos en cuanto a la formación, se acomodan conforme a la música que hacemos. La voz tiene su lugar por esa necesidad de comunicar que te contaba antes. Nos motiva que llegue lo que estamos diciendo, hay una idea general de no boludear en ese apartado. La letra y el mensaje de las canciones no es un adorno en nuestra música. Para nosotros es igual o más importante que la música en sí. Esa necesidad fue mutando, se sigue desarrollando y es lo que hace que en este disco haya decantado en ese grado de importancia la voz, las letras. Y el hecho que se llame Telescopios… salió un poco jugando, pero también animándonos a esa idea de que hoy, en este presente, ese sonido y esa forma de decir las cosas es la que más nos representa. Obviamente sabemos que es una sensación actual y la banda seguirá mutando, nos gusta reinventarnos.

¿Es un disco que grafica el «aquí y ahora» de Telescopios?

Sí, tal cual. Como si todo lo que hubiese pasado antes hubiera sido para llegar a este lugar. Suena como «llegamos hasta acá y nos quedamos» pero sabemos que no es así.

Es la culminación de un proceso, y por lo que me contás, tendremos otros capítulos de Telescopios que también se denominen Telescopios.

(Risas) Es muy loco lo que decís, pero tal cual.

Rodri, se me vino a la mente la fecha que hicieron el 18 de Julio de 2019 en Niceto, fue una movida cordobesa en la Ciudad de Buenos Aires. Abrió Candelaria Zamar, los teleoneó Valdes y cerraron ustedes. ¿Cómo vivieron esa fecha?

Fue re lindo, sentíamos que todavía teníamos que esperar un toque para hacer un Niceto. Siempre hay inseguridades, ¿viste? Pero pasaron algunas cosas a nuestro alrededor que nos impulsaron, me acuerdo que hicimos una fecha con Valdes en Studio Teather, acá en Córdoba, y fue increíble. La iniciativa fue mutando hasta que terminó en esa idea de hacer el combo en Buenos Aires y en Niceto. En medio del proceso apareció la Cande, casi como una obviedad, y completó el line-up cordobés. También invitamos a cantar al Tomi Ferrero -vocalista de Rayos Láser-. Fue una gran fiesta cordobesa en Niceto. Qué manera de reírnos con los Valdes…

También un reflejo del boom musical de allá…

Sí, de una. Fue un lindo reflejo del momento de las bandas y la escena en sí.

En esa misma fecha acompañaron la mencionada Cande y Goyo Degano -vocalista de Bandalos Chinos-, quienes colaboran en el último disco. ¿Se gestó en esa fecha la participación de estos dos artistas?

Lo de Cande sí, estaba en proceso. Lo del Goyo salió antes de esa fecha, ‘Hypers haters’ fue uno de los adelantos del disco a mitad del 2019, segundo single. Con Cande veníamos hablando porque la idea… le sigo diciendo la idea y así se llama la canción (risas), ya estaba esbozada. Ya tenía algunas maquetas pero estábamos lejos de encararla de lleno. Creo que esas dos amistades, así como con Flayaz e Hipnótica -colaboradores en los tracks 6 y 11, respectivamente- son vínculos formados en un tiempo que compartimos muchas cosas. Se crean círculos, amistades. No me puedo imaginar, ni a palos, el mood, el color que tiene ‘La idea’ o ‘Hypers Haters’ sin la voz de la Cande o del Goyo. Con las otras dos colaboraciones pasa igual, salieron de la música misma.

Justo mencionas a ‘La idea’ que la reseñamos en el sitio. Es una canción con mucho sentimiento y dramatismo, hace verosímil una ruptura. En un momento dice: «nos movimos las cosas, nuestras cosas nos vimos».

Sí, flashamos con esa interpretación. Pero lo que nos llevó a la idea del tema era una suerte de retrato del sincericidio y al mismo tiempo había una voluntad de desdramatizarlo a través de la música. El tema es super rápido, re movido, hasta que en el final se plancha un poco. Pero por cómo está escrito el tema, se ve esta idea de dos personas que están en una, como dialogando, y estuvo buena la reseña porque le terminó de dar forma a esta idea más puntual de una ruptura. Pero también creo que tiene una lectura más general…

¿Cuál sería esa lectura?

Por ahí la ruptura se da en las relaciones humanas en general, en todo tipo de relaciones: mama e hijo, amigos, compañeros de laburo. No siempre es algo malo o negativo. La sinceridad, la confesión, ese ida y vuelta que se da entre dos personas y que refuerza los vínculos o los rompe, vernos de verdad. Muchas veces no nos vemos si no que nos hacemos una idea de las cosas y de las personas. Esta bueno romper con eso.

Nunca lo había pensado desde ese lugar, que la ruptura es algo estructural. Tal vez algo ilustrativo del disco porque también es una ruptura con el sonido anterior.

De una, nos sale esa necesidad de buscar y explorar. Salir de los lugares en que nos encontramos y nos sentimos cómodos, inevitablemente es una ruptura.

Rodri, quería preguntarte por tus inicios en la música, esa instancia primigenia de Telescopios asociada a la música folclórica que fue la agrupación Tierra Mojada junto a Nicolás Moroni -teclados y coros- y Bernardo Ferrón-guitarra, teclados y coros-. Inclusive sé que uno de tus músicos más admirados es el Cuchi Leguizamón -pianista y compositor oriundo de Salta, valorado por las composiciones junto a Juan Castilla interpretadas por el Dúo Salteño- justamente un compositor que oficiaba como productor.

Mirá esa etapa, como todo en Telescopios, fue el reflejo de un momento. Hacía poco había ingresado a la Nacional -Universidad Nacional de Córdoba- en Licenciatura en Composición musical, yo empecé tocando la guitarra muy chico: en ese momento particular estaba muy en una con la criolla, tocaba jazz, bossa-nova…

Uh, son dos géneros muy expresivos desde el instrumento.

Claro, ese viaje, muy de instrumentista. Qué sé yo, son etapas… yo me crié escuchando los vinilos de mi viejo: Charly García, Luis Alberto Spinetta, Queen, Pink Floyd. Más de adolescente curtí MTV: Red Hot Chili Peppers, Limp Bizkit, pero tambien el pop de Justin Timberlake, Britney Spears… Cuestión que en la facultad conocí el folclore desde la guitarra, había escuchado poco, mayormente por mis abuelos pero nunca me había interiorizado. De repente entré en ese universo, es una música que me hizo conectar con sentimientos nuevos, empecé a sacar canciones: Eduardo Falú -compositor y guitarrista salteño, integrante de la nueva ola del folclore argentino-, Juan Falú -sobrino de Eduardo, compositor y guitarrista tucumano del mismo género-, me metí en esa. En ese momento empecé a compartir la materia Audio Perceptiva con Ber y Nico. A Bernardo lo conocía desde antes, en otro círculo de amigos que tenían una banda que se llamaba Frutilla Camarosa y yo estaba en otra:  Viejos Inmaduros y nos íbamos a ver. En la facu pegamos la re onda, un día nos juntamos a hacer un trabajo y el Ber me mostró una composición suya, muy influenciada por Juan Quinteros en esa manera de tocar la guitarra. Ber estaba fascinado con ese mambo y yo re mil flashé: nos empezamos a juntar, a componer. El Ber le agitó al Nico para que caiga a una de esas juntadas, el Nico a los 14 años, creo, ya se había egresado en el conservatorio de Rio Tercero, tremendo guitarrista. Un día nos juntamos los tres y armamos un tema sólo con guitarras, instrumental, tenía un aire de chacarera. Ahí arrancamos, nos pusimos a componer más temas, grabamos un disco y lo presentamos, empezamos a tocar en vivo. Fue un momento súper especial, estábamos conectados con eso. Después de unos dos años, los shows de Tierra Mojada empezaron a mutar como las canciones que componíamos: más asociado al pop, rock, que es de dónde venimos los tres, empezamos a invitar a un batero para reversionar los temas. Después un tecladista, el Berta -Ezequiel Bertino, tecladista de Frutilla Camarosa- que también metía efectos a las voces, Nico pasó de la guitarra criolla a la de cuerdas de acero, el Ber a la electrica, yo al bajo, y ese trío fue como una versión beta de la banda…

Ahí nació Telescopios…

Claro, no nos resultaba coherente que Tierra Mojada se hiciera cargo de un sonido pop/rock digamos, con la identidad que se había creado. Era un poco empezar de nuevo, resignar lo que habíamos cosechado para arrancar de cero con otro proyecto. Al toque empezamos a hacer lista de nombres. En un show, donde nos habían llamado para tocar como Tierra Mojada, nos presentamos como Telescopios.

¿Surgió ahí, en medio de esa presentación?

Tal cual, a mitad del 2013 me parece, en un evento de la facu. Ya en ese show había batería. Terminó siendo el momento que encontramos para presentarnos como Telescopios. Lo decidimos quince minutos antes de salir a tocar entre la lista de nombres.

¿Cómo entró en la lista ese nombre?

En ese momento, lejos de pretender un nombre que significara algo o nos representara, buscábamos una palabra que nos guste como suene y sea linda. En lo posible, si era una palabra, mejor. Bueno, en base a eso anotamos algunos nombres que nos gustaban. No recuerdo de dónde salió, pero nos gustaba. Cuando teníamos que tomar una decisión para salir a tocar, elegimos ese, anda a saber bien por qué. Pero medida que la banda fue haciendo música, el nombre empezó a tomar un montón de significados a partir de lo que hicimos y hacemos.

El plano de la psicodelia suele estar vinculado con lo espacial, Dark side of the moon de Pink Floyd, por ejemplo...

Sí, recontra. Ahí se armó una, en El templo de Sudoku (2015) la psicodelia se volvió un pilar en el sonido de la banda. Creo que ahí gestó una conexión muy fuerte entre nombre y sonido.

 

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