En estos dÃas circuló por Internet un video de Santiago Motorizado y Fito Páez cantando El Tesoro en vivo. Un video filmado con un celular con un calidad que deja mucho que desear. La imagen se mueve, las voces de los espectadores por momentos tapan la música. Una canción hermosa, sÃ, pero que los centros culturales se encargaron de desgastar con su reproducción ininterrumpida desde el dÃa de su lanzamiento ¿Cómo puede ser, entonces, que ese video nos haya emocionado como lo hizo? ¿Qué tiene de especial esa colaboración que se viralizó tan rápidamente?
Allá por 2008 caà en un post en Taringa titulado «Los mejores discos del rock platense». Con 13 años, en un pueblo del interior pampeano con dos disquerÃas de limitada variedad, toda mi curiosidad musical se nutrÃa de la precaria conexión a internet de la casa de mis viejos y Mediafire. En ese post, entre bandas como Shaman, 107 Faunos y Prietto viaja al Cosmos con Mariano, me llamó la atención una banda con el nombre más largo y extraño que jamás habÃa escuchado: El Mató a un PolicÃa Motorizado. Desde la primera escucha que le pegué a Noche de los Muertos, la banda se transformó en el soundtrack de mi adolescencia.
Ya más grande, como nos pasa a muchos, redescubrà la música de los viejos: Charly, Spinetta, Fito. Esos artistas que de pibe denosté por antiguos, por usar un lenguaje que me era tan ajeno, entraron de lleno a mi vida. Escuchar El Mató era, para mi, rechazar la tradición más virtuosa del rock nacional, la de acordes raros y frases rebuscadas. En algún momento me dejé de giladas y entré. Asà como sucedió antes con El Mató, esos artistas me acompañaron en mi dÃa a dÃa durante años.
Lo que pasó con ese video, con ese encuentro, fue la conciliación de esos dos amores que durante mucho tiempo creà irreconciliables. Fue, para las generaciones mayores, la legitimación de toda una camada de artistas que surgieron y crecieron en este milenio. Nos podemos imaginar el origen de la emoción de Santiago porque nos sentimos mucho más cercanos a él que a Fito, a quien por supuesto queremos y mucho. Fue, para mi generación, un abrazo con el Ãdolo. Como un asado con el Diego. Por eso lloramos con el video de Santiago Motorizado y Fito Páez.