Después de casi 10 años, El Robot Bajo el Agua emergió a la superficie para entregarnos un nuevo álbum titulado El Lado Velado, y retomó su merecido lugar en la escena. Esta banda es, sin dudas, uno de los eslabones fundamentales del indie argentino, asà como también su antecesora Jaime Sin Tierra. En sus comienzos, cuando el rock del reviente estaba más enviciado que nunca con sus raÃces blueseras o rioplatenses, Nicolás Kramer y compañÃa se embarcaban en sonidos que poco tenÃan que ver con aquello. Su búsqueda poética y musical los conducÃa por corredores deshabitados y pretendÃa llenar un vacÃo que pocos sabÃan que existÃa. Como un Big Bang, ese espacio desconocido se expandió y el universo indie alcanzó magnitudes impensadas. Pero mientras este nuevo sistema solar se generaba, aquel fuego que habÃan iniciado bandas como Jaime Sin Tierra habÃa desaparecido. Aunque su estela quedó dibujada en la web y las nuevas generaciones se abrazaron a esas canciones como a una balsa. Quizás, ese también era un Lado Velado, pero del rock nacional.
Huérfanas de la arrogancia común que padecÃa la escena under de entonces, ajenos a las pretensiones de rockstars que soñaban con champán y grandes ladies, ambas bandas desplegaron un abanico de canciones que indagaban en la introspección, que idolatraban más la pregunta que la respuesta, que no se paraban por encima de la urbe para autoproclamarse semi-dioses. Los personajes que componÃan la fauna silvestre de Jaime y El Robot se perdÃan en las mismas veredas que nosotros. Y de allà nació un amor platónico entre un público que soñaba con volver el tiempo atrás y asistir a los conciertos que ya habÃan sucedido o que, en el caso de El Robot Bajo el Agua, nunca habÃan pasado.
Un buen dÃa la espera se agotó y Jaime Sin Tierra volvió al ruedo durante un año fugaz, donde el romance experimentó la lujuria del sold out y la gira sudamericana. Pero pronto volvió a su impasse habitual. Jaime se despidió (ojalá sólo por el momento). Sin embargo, la maquinaria del Robot Bajo El Agua se puso en marcha nuevamente y, siempre sigiloso, retornó a la superficie con maletÃn lleno de nuevas canciones.
Quien suscribe es uno entre tantos que soñó con esos shows a los que nunca fue porque llegó tarde a la aventura. Pero que hoy no se perdonarÃa dejar pasar la oportunidad de ir a vibrar con esas canciones tocadas en vivo, o de arrimarle unas preguntas a Kramer y conversar como en sueños con ese amigo imaginario que nunca está pero que nunca se ha ido.
¿Cuál es esa chispa, la semilla de este nuevo episodio de El Robot Bajo el Agua? ¿Cuál fue la chispa que encendió de nuevo el fuego?
Desde siempre El Robot fue una especie de laboratorio, casi una excusa para plasmar en forma de canciones las búsquedas, inquietudes y coyunturas de tantas otras áreas de mi vida. En el caso de éste nuevo disco, el motor sigue siendo el mismo, la auto-indagación… y la chispa es, de nuevo y más que nunca, el encuentro con uno mismo.
¿Las canciones las venÃas cajoneando hasta que te diste cuenta que podÃan ser un disco o nacieron durante un proceso reciente?
Pasaron muchos años desde el disco anterior, A Dolores que percibió la grandeza que es de 2010. Desde entonces, hubo en lo musical una sensación de cierre de etapa y varios años de dejar decantar el proyecto, y atender muchas otras áreas, a la espera de un eventual próximo disco que terminó siendo El Lado Velado. La canciones fueron surgiendo durante los últimos tres años y nos tomó casi uno el proceso de grabación.
‘Verte Cómo Estás’ es la canción desde donde nace el tÃtulo del disco. Tiene una carga emotiva muy fuerte desde la letra; y también la música propone una atmósfera densa. Bailable pero oscura. Escuchándola uno percibe una vibra de superación o de no aflojar. Conceptos que uno podrÃa asociar a budismo o al Tao. El hecho de que sacar conocimiento aún de experiencias tormentosas, ¿cuánto hay de eso en tu formación personal?
‘Verte Cómo Estás’ fue de las primeras canciones que aparecieron, una de esas que permitió intuir el disco… y sÃ, tiene la carga emotiva propia del momento en que llegó. En esa época, un amigo mÃo estaba en una situación lÃmite, atravesando una enfermedad con un pronóstico muy delicado, y yo también estaba transitando un proceso personal muy desafiante. Nos encontrábamos todas las semanas a conversar, tomar mate y meditar juntos. Parte de lo que pasaba durante esos encuentros y compartÃamos los dos. Era algo asà como «un contacto más profundo de cada uno consigo mismo». Para mi meditar es eso, seguramente potenciado por cierto estado de vulnerabilidad también compartida. En mi experiencia, definitivamente hay mucho de tomar los obstáculos como oportunidades para conocerse. Jung, un autor que me inspira mucho desde siempre, decÃa algo asà como que «las enfermedades están aquà para curarnos», pienso que ‘Verte Cómo Estás’ transmite ese espÃritu. También es de las canciones que más cambiaron desde su maqueta a su versión final, lo cual es responsabilidad total de Norman Mac Loughlin, el productor del disco. Fue de las primeras en aparecer y la última en cerrar, ya sobre el mastering, entonces abrió y cerró el disco. Y como vos decÃs, incluye el tÃtulo en la letra. Es decididamente una canción que invita a habitar y a encontrarle sentido a procesos de transformación profunda, sÃ. Como sugieren algunas filosofÃas de Oriente con cuyas prácticas siento afinidad desde hace muchos años.
A lo largo del disco se percibe una cierta «seriedad» en las letras. Algunas de tus canciones anteriores se permitÃan jugar un poco con la ironÃa o juegos de palabras que podÃan resultar «cómicos». Sin embargo, en este nuevo disco hay una carga conceptual profunda. ¿Lo sentÃs asÃ? ¿O me estoy perdiendo algún chiste que está «velado»?
Muchas personas cercanas me comentaron algo parecido, me alegra que se perciba un cambio de registro. En definitiva, pasaron muchos años desde el disco anterior y uno va mutando. No creo que las canciones hayan perdido ni la ironÃa ni ese juego de palabras que siempre me gustó explorar como una forma de desarmar la linealidad de las letras. «Seriedad» me suena demasiado serio. Cada vez me interesa menos contar una historia y sà señalar en una dirección para que cada un@ emprenda su propio viaje. Supongo que sÃ, el disco está atravesado por una carga conceptual y vivencial profunda. No te estás perdiendo nada.
¿Cuál es ese lado velado del que hablás? ¿Es una epifanÃa personal o es de un carácter más amplio, más social, que involucra el modo de vida de la sociedad moderna?
Bueno, es lo que te comentaba antes. Algo asà como «asomarse al misterio». No buscar respuestas, sino permanecer con y en las preguntas. A mi me gusta que las canciones inviten hacia ese «lugar» y cada un@ haga su propio recorrido. «El lado velado» es todo lo que no percibimos, al menos no con los sentidos fÃsicos, y sin embargo está. «Lo velado» es para mi algo sutil que queda mayormente obturado por tanta densidad. La parte del iceberg que no vemos, por usar un lugar común. Tanto en lo personal como en lo colectivo.
En cuanto al sonido del disco, se aprecia un trabajo de producción muy fino. Muchos arreglos bien cuidados, el tratamiento de las voces también. Todo muy prÃstino, nada se pierde en las texturas. ¿Cómo trabajaron esa parte?
El sonido del disco refleja el talento, el buen gusto y la capacidad de Norman. Hizo un trabajo realmente impresionante. Al no tener presiones de ningún tipo, pudimos tomarnos el tiempo que el mismo proceso fue pidiendo. Y él logró no solo captar la esencia de cada canción sino que se dio el gusto de explorar y probar distintas opciones para encontrarle a cada una su mejor versión. Nos esforzamos mucho con cada arreglo y con las voces. Pienso que el sonido del disco va más allá de la «pista infinita» que sostiene y atraviesa todos los discos anteriores y al mismo tiempo los evoca y propone una experiencia nueva.
Tanto Jaime Sin Tierra como El Robot Bajo el Agua tuvieron un crecimiento en popularidad aún cuando ambos proyectos estaban stand by. Más allá de la posibilidad que Internet nos brindó a quienes los descubrimos en ese periodo. ¿Creés que fue una cuestión netamente relacionada a la (poca) difusión que tuvieron al comienzo o que el público se renovó y las nuevas generaciones abrazaron esas canciones por venir con otras influencias? ¿O quizás tuvo también que ver el momento del paÃs, la crisis de 2001, después Cromagnon y las medidas gubernamentales que lo sucedieron que prácticamente salieron a cerrar todos los lugares pequeños para tocar?
Un poco de cada cosa que nombras. Ante todo, recién desde hace algunos años las plataformas digitales pusieron a la música independiente en el lugar que se merece, al alcance de tod@s. Jaime sucedió en una época en la cual lo digital literalmente no existÃa, y todo lo que hoy se hace con un click en ese momento se hacÃa de forma artesanal: llevar los cds a las disquerÃas para dejarlos en consignación, volantear las fechas a la salida de shows de otras bandas, tocar mil puertas para que te pasaran en la radio, etc. Cuando dejamos de tocar lo digital comenzaba a despegar. Los discos del Robot nunca fueron pensados para ser tocados en vivo. Básicamente porque durante muchos de esos años yo estuve viviendo en otro continente y enfocado en otras búsquedas y prioridades. De todas formas, está claro que los dos proyectos fueron «haciendo su camino digital» estando en stand by, lo cual es muy gratificante. Con Jaime Sin Tierra de algún modo cosechamos lo que la banda fue sembrando con el tiempo en los shows que hicimos en distintas ciudades durante el año pasado. Y al Robot lo conoce mucha gente de distintos lugares sin habernos visto nunca en vivo.
Hoy, el indie ganó un protagonismo tal que llena salas importantes de Buenos Aires como también en el interior del paÃs a modo de festivales. ¿Te seduce la idea de tocar en alguno de ellos?
Sinceramente me encanta la idea de mostrar la música del Robot en distintos lugares y contextos.
¿Cómo eran aquellos shows de los comienzos de Jaime Sin Tierra? Conciertos que la mayorÃa de sus fans actuales se perdieron por una cuestión temporal. ¿Cuál de esos shows te quedo más grabado en la mente y por qué?
Jaime duró muchos años y pasó por distintas etapas. De cada una de ellas guardo recuerdos muy hermosos. Hubo shows que funcionaron como bisagra en la historia de la banda. Como tocar en Cemento junto a Suárez, el ciclo del Rojas, nuestro primer festival importante compartiendo cartel con Sonic Youth, los shows gratuitos en la sala AB del San MartÃn con entradas agotadas, las expediciones a Montevideo para compartir fechas con La Foca.
¿Va a tener presentación en vivo este material? ¿Pensás hacerlo solo o con banda?
SÃ, estamos ensayando en formato banda para presentar tanto las canciones de El lado Velado como las de los discos anteriores, que tocamos muy pocas veces en vivo.
¿Tenés pensado salir a girar de nuevo o no te tienta la idea de salir a tocar en vivo?
Me encantarÃa salir de gira y poder llevar la música del robot a muchos lugares.
Más allá de tus proyectos personales, también estás de invitado en el tema Luces de Foca. ¿Cómo surge esa invitación?
Con La Foca compartimos fechas tanto con Jaime como con el Robot a lo largo de más de 20 años. Vernos y hacer cosas juntos es un modo de seguir celebrando la amistad y la música. Me invitaron a cantar «Luces» que forma parte de «La formula», su hermoso nuevo disco. Federico, su cantante, tiene además un proyecto paralelo llamado «Los cheques de Viera»en cuyo primer disco también participamos todos los JST. Pienso que ,aparte de ser contemporáneos, tenemos entre todos una misma búsqueda, y una misma sensibilidad.