¿Qué se necesita para que un disco de «música electrónica» sea original? La pregunta es algo capciosa, ya que dicho género es casi inabarcable y las ramificaciones del mismo hacen que la objetivación se aleje del foco crÃtico. Pues entonces, ¿»˜It’s Album Time deberÃa entrar en esa categorÃa siendo asà un álbum harto ecléctico? No dividamos las aguas, y mucho menos nos diluyamos en análisis sesudos. Esto es música, y el susodicho aquà se despachó con un manso disco. Probablemente, lo más palpable del disco sea el pedigree musical del noruego, un tipo con un oÃdo exquisito que imprime huellas y flashbacks en cada track. Los primeros cuatro temas invitan al lounge, al relax, a tomar un Martini sentado cómodamente en un sillón o en una alguna exclusiva barra. El bombo en negra se hace ostensible en Strandbar y la bola de espejos nos devuelve todo el hedonismo Disco que imperaba hacia fines de los 70s. Más de ello hay en Delorean Dynamite y Oh Joy. Ambas con un saldo deudor al Italo Disco (y no singularmente a Giorgio Moroder, ¿se entendió Daft Punk?), con hi-hats abiertos y sintes tanto etéreos como grasas.
Es astuto el bigotón. Nos dedica un Ãntegro repaso de la música electrónica de los últimos cincuenta años comprimidos severamente en exactos 59 minutos; sin prisa ni pausa. It’s Album Time. Es hora de dedicarle un aplauso.
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PUNTAJE LECTORES
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DEGUSTACIÓN
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