«Danos algo familiar, algo similar a lo que ya conocemos, que nos mantenga quietos… quietos, yendo a ningún lugar»; esto que nos dice Fiona Apple en el estribillo de Please, Please, Please es una de las frases que mejor refleja lo que probablemente siempre ha sido la relación entre el inconsciente del oyente y el músico, desde el comienzo de los tiempos, o por lo menos desde el nacimiento de la industria musical en algún momento del siglo pasado. Es por eso que cuando uno se topa con gente como Julian Lynch que hace caso omiso a esta premisa debe, como mÃnimo, valorar su coraje.
Lines es un disco bastante inaccesible a primera escucha: los temas rompen bastantes esquemas respecto a lo que se supone que deberÃa ser una canción. Aquà nos encontramos con estructuras repetitivas pero indescifrables, melodÃas fuera de lo común e instrumentaciones repletas de elementos que en teorÃa no se complementan. Julian Lynch posee un doctorado en etnomusicologÃa, y aún desconociendo las notas con las que se graduó, se puede presumir que fue un gran estudiante: el agregado de un sintetizador fantasmagórico a una base compuesta de guitarra, bajo, trompas y flautas nunca sonó tan bien como en Yawning. A todo esto, su voz es casi inaudible; ni hablar de escuchar alguna letra. Siempre detrás de una nube gigante de sonidos se percibe ligeramente su voz elliotsmithiana.
El disco comienza con Going, que bien podrÃa formar parte de la banda de sonido de una inexistente pelÃcula de Tarzán dirigida por Jodorowski, y se mantiene más o menos igual durante el transcurso de los minutos; es decir, psicodelia pura y a veces repetitiva, que en principio puede parecernos un mal viaje de ácido, pero a medida que se lo escucha más y detenidamente, se puede percibir que hay más de lo que parece. Dentro del viaje, también resaltan (además de los mencionados Going y Yawning), Lines y Gloves, dos temas que merodean en la parte central de este cortito disco (31 minutos).
Justamente su corta duración, sumado a su carácter repetitivo y monótono, hacen pensar que, si bien lo que él hace es realmente difÃcil de hacer, en este disco Julian Lynch no se esforzó de una manera desmesurada, que no da todo lo que potencialmente tiene para dar: el mensaje que nos quiere transmitir (si es que hay alguno) es difuso. Lines es un muy buen trabajo, pero podrÃa ser mucho mejor. De cualquier manera, hay que aplaudir su falta total de respeto hacia lo que inconscientemente queremos escuchar. Solo asà se ayuda a que lo que hoy es «conocido» vaya mutando, y que cada tanto nuestro inconsciente pueda darse un paseo fuera de casa y no se aburra tanto.
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DEGUSTACIÓN
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