Suba es, tal y como lo sugiere el verbo del tÃtulo, una invitación. PodrÃamos también interpretarlo como imperativo, entonces ya pasarÃa a ser una orden. Y sobra actitud en las canciones de Un DÃa Perfecto Para el Pez Banana como para hacer esto: cuando quiero dar cuenta de la situación, los primeros segundos de Fantasma indican que ya estamos en marcha.
El comienzo augura un recorrido cargado de energÃa y vitalidad: el disco trae consigo un sonido fresco para la escena, en un collage inteligente y vanguardista, que parece mutar canción tras canción, sin perder el hilo referencial, claro. Acá, el disco como concepto se vuelve a erigir como el triunfador.
Suba es un trabajo en el que prospera la riqueza tanto de la lÃrica como de la instrumentación: los cordobeses hacen gala de una sorprendente gama de recursos, por medio de composiciones vibrantes, en donde los arreglos son medidos y lo suficientemente elegantes como para aparecer en el momento más oportuno.
El ejemplo perfecto de esta simbiosis entre letra y música lo encontramos en México, donde en medio de un manto onÃrico de instrumentos que parecen mecerse hipnoticamente, la voz suave de Lucila Escalante susurra «monto el ruido que inventé, no es casualidad: lo inventamos para ir, para ir«. Tras semejante imagen, uno entiende que acá no hay ninguna casualidad. Todo está medido y ejecutado con agilidad e inteligencia. El propósito es claro: «Para ir«. Y después del viaje me olvidé del destino, pero después de semejante recorrido, eso ya no parece importar.
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DEGUSTACIÓN
UN DIA PERFECTO PARA EL PEZ BANANA: ‘Mañana’
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