Este es el proyecto solista de un mexicano radicado en San Diego (California); pero que no ofrece ni un miligramo de cultura Tenochtitlan, sino canciones lo-fi compuestas y ensambladas en un dormitorio. Nacho Cano (si, se llama igual al de Mecano pero no es) es un joven multinstrumentista que adora el Pro Tools y mezcla capas de instrumentos limpios y armoniosos salpicados con un poco de efectos y cámaras. El ritmo calmo de las guitarras que en todo momento intentan ser dulzonas y acompañarse de coros armoniosos y parejitos se sumergen en lo más profundo del dream pop que remite a Cocteau Twins.
Se define a sà mismo como compositor de «pistas que representan el sentido de los sueños, la soledad y los jóvenes descuidados» y desde su Bandcamp ofrece varias grabaciones para descargar u oir de forma gratuitas: singles, eps, canciones registradas bajo el nombre de Rushmore (otro proyecto que dio a la luz el mexicano), un disco soundtrack (Red On White) de canciones cortas instrumentales hechas con teclado tan ruidosas que se asemejan a lo industrial y, el más importante de todos, I´m Sure, su flamante álbum debut lanzado en agosto de este año. Allà plasmó 9 canciones conceptuales grabadas con bases de baterÃas, un bajista y un apoyo vocal femenino en coros que le dan espesor y contundencia a la propuesta. El ritmo constante de las bases y los punteos de las guitarras representan el costado más terrenal de la canción, porque cuando el inglés fluidÃsimo de las voces entra todo se convierte en una gran nube pop que sin sobresaltos de ninguna clase narran un concepto continuo que se mantendrá durante la media hora que dura el disco. Es un trabajo muy fino y cuidado.
El arte que usa en las tapas es minimalista y deja en evidencia esos sueños infanto-espaciales que lo caracterizan y definen. La t-shirt blanca con el logo de conejo, una actualización constante de imágenes sin perfección técnica en tumblr y las gafas grandotas comienzan a ser signos identificatorios de «la banda» que no depara en un sitio web especÃfico y realiza presentaciones en formato trÃo, con dos guitarras bastante más desprolijas y ruidosas que las grabadas, aunque sà manteniendo la compostura de la versión original. Vino a crear ambientes y con este disco logró pegar duro, dejando algunos pasajes hipnóticos difÃciles de ignorar, como la canción que da nombre al álbum o la que lo cierra, Swing Lynn.
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