ARTISTA DESTACADO: Trent Reznor

febrero 13, 2012

Miles de gargantas se quiebran rogando por algo que nunca pueden tener, por algo que él no puede tener. Desde el escenario del Woodstock versión 1994, un escuálido Trent Reznor se retuerce mientras las costras de barro que lo envuelven se empiezan a descascarar y caer. Una vez hecho el trabajo, se ducha, se va al bus de gira y se larga a llorar. No es la primera vez, ni será la última.

Tristeza, soledad o agotamiento, la cuestión es que tocar en vivo no es nada fácil para él. «Es como abrirte la cavidad torácica y decir «˜aquí están mis tripas, todo lo que he sentido, incluyendo un montón de cosas de las que no estoy orgulloso’. Es duro y te consume. A veces cuando me bajo del escenario siento que me acosté con todo el público». Reznor, que todavía no tiene ni 30 años, acaba de lanzar The Downward Spiral dejando al mundo sin aliento, dado vuelta y a sus pies. Un nuevo prodigio musical para la crítica, un Mesías personal para sus seguidores y uno de los discos más jodidamente inescuchables vendiéndose como pan caliente. El panorama es inmejorable pero él sigue sumido en las sombras. «Ingenuamente creía que si la pegaba después todo iba a estar bien, pero nada estaba bien. Me sentía más miserable que nunca y no podía entender por qu黝. Si lo de la espiral descendiente todavía dejaba lugar a dudas, lo que lo llevó a aquel festival fue el Self Destruct Tour. Los nombres ya lo dicen todo: las cosas, claramente, no andaban nada bien.

There’s nothing left for me to hide
I lost my ignorance, security and pride


Michael Trent Reznor nació en Mercer, un pueblito rural de Pensilvania donde no pasaba demasiado. A los 5 sus padres se divorciaron y, no se sabe muy bien por qué, terminó viviendo con sus abuelos. A esa misma edad comenzaron las clases de piano, poco después también aprendería a tocar el saxo y la tuba. Nada muy rocker hasta el momento. Hasta que descubrió Kiss. Y las películas de terror. Convencido de que era el Anticristo, el pequeño y perturbado Trenty se revisaba la cabeza en busca del triple 6. Las cartas ya estaban echadas: de ahora en más el niño jugaría para el lado oscuro.

Su costado geek sin embargo no duró tanto, al menos en términos formales: al sacarse de encima esa pesadilla denominada colegio («cuando la gente dice que esos fueron los mejores años de sus vidas ¡me dan ganas de gritar!») se mudó a Meadville «“también en Pensilvania- para estudiar ingeniería en sistemas. Duró un año. La música ya lo llamaba y le decía que ahí tampoco pasaba nada, que si quería vivir de ella tendría que volver a partir. Terminó en Cleveland, Ohio. Y aquí comienza la típica historia del pibe muerto de hambre que intenta hacerse bieeeen de abajo. Se metió a laburar en un local que vendía instrumentos musicales y ahí empezó a familiarizarse con los últimos teclados, los sintetizadores, que comenzaban a ser más baratos (recordar que estamos alrededor de 1987), y los primeros softwares para producir música en la computadora del hogar. Mientras veía todo lo que no se podía comprar (todavía), pasó por una infinidad de bandas locales que seguían a rajatabla el mandato de la época: new romantic a la Duran Duran y synth pop a la Depeche Mode (en el mejor de los casos) y los innumerables One-Hit-Wonders que hasta la abuela tarareaba. Pero antes de esa explosión estuvo en The Innocent, «una mierda tipo Foreigner, rock de dinosaurio». Si bien no tocó en el disco, apareció en la portada y cuando algún periodista se lo recuerda se llena de vergüenza y puteadas: «fui un estúpido, un idiota, fue una mariconada ridícula ochentosa. Traté de ocultarlo y estaba esperando que alguien me lo echara en cara». Pero la verdad es que lo que vino después no fue mucho mejor. The Urge, Option 30 «“con pasitos tipo Dave Gahan incluidos-, Exotic Birds, que fue convocada para aparecer en una escena de Light of Day, una muy poco memorable película con Michel J. Fox «“chequear las manitos de Reznor en el borde del plano haciendo un pésimo playback con el teclado- y otras bandas que ni vale la pena mencionar. No sea cosa que el señor se enoje.

Hasta que actos tales como Ministry y Skinny Puppy le cayeron del cielo al joven Trent para iluminarle «“oscurecerle, en este caso- el camino que debía seguir. «Cuando me topé con toda esta música más pesada e innovadora que incorporaba elementos electrónicos «“eso que los críticos llaman erróneamente «˜industrial’- como que todo eso encajaba con las cosas que ya tenía en la cabeza. De repente, la música comenzó a tener sentido».  En efecto, si bandas como Front 242, Nitzer Ebb y las antes mencionadas no eran industriales (y de hecho, no lo son, para llegar al núcleo duro del género hay que retroceder a finales de los 70’s, cuando Cabaret Voltaire, Einsturzende Neubauten y sobre todo Throbbing Gristle y la enormidad de proyectos que continuaron sus miembros, experimentaban con sonidos imposibles e instrumentos hechos con lo que venga; en pocas palabras, noise en el estado más puro y primitivo), Nine Inch Nails lo iba a ser mucho menos. «Creo que lo que nos diferenció de ese tipo de bandas «“ reconocerá Reznor después- es que por mucho que trate de evitarlo siempre termino escribiendo canciones con estructura pop. Agarro una canción y la arreglo en vez de construir un groove y gritar encima».

En una movida por demás astuta, Trent por ese entonces empieza a laburar en el área de mantenimiento de un estudio de grabación. Sí, tendrá que limpiar baños e inodoros pero también se podrá quedar por las noches a trabajar en su propio material. Así comienza a grabar demos de forma sistemática (luego editados en 1994 en el pirata Purest Feeling). Para 1988 Nine Inch Nails ya existe, al menos virtualmente. Un año después llegaría lo concreto, y vaya si lo fue: Pretty Hate Machine o esa hermosa maquina de odiar que te escupe en la cara todas esas cosas que uno nunca tiene ganas «“o no se anima- a pensar. El sexo, Dios, el dinero y la propia cordura vistos desde una mente empañada de deseo, frustración y desesperación mientras la densidad de los sintetizadores hacen del depechero Back Celebration (1986) una fiestita de colores pastel. «No quería aparecer como una entidad industrial y gruñente que le canta a Satán. Eso no es NIN. Así que intenté yuxtaponer algo de vida y sinceridad con una música más dura en la que normalmente no encajaría». La máquina de odiar es realmente hermosa, pero a veces duele como la mierda.

Con un disco en la calle, ahora no quedaba otra que salir de gira. Nine Inch Nails ya no podía ser solamente Trent Reznor así que sus primeros secuaces en el vivo fueron Chris Vrenna (quien luego formaría un proyecto genial llamado Tweaker) y Richard Patrick (quien luego formaría una banda no tan genial llamada Filter). Demasiado agresivo para los poperos y demasiado electrónico para los rockeros, NIN era una rara avis que se chocaba de frente con los botellazos de un público que no entendía nada. «Después de girar por ocho meses como grupo soporte «“de Peter Murphy y Jesus and Mary Chain en EEUU y de Guns N´Roses en Europa- nos volvimos ariscos, cada vez estábamos más hartos de la audiencia así que las canciones se volvieron más agresivas de manera natural. No fue difícil volverse más duro, se sentía mejor así. Por eso cuando salió Broken (1992), mucho había cambiado musicalmente».

¡Gracias Dios! por esos primeros espectadores cuadraditos y por los castradores de TVT (el sello que le hizo la vida imposible por aquel entonces) porque Broken se grabó clandestinamente en un ambiente que era pura furia, oscuridad y energía negativa, la materia prima «“a esta altura ya lo sabemos- con la que Reznor hace maravillas. Si en PHM gruñía entre dientes, en este EP directamente explota y todo se desmadra; el resultado no puede ser más perfecto. Pero si desde lo sonoro todavía no queda demostrado lo torturado que está este hombre, basta con echar un vistazo (al menos con un ojo) a The Broken Movie – hoy con Internet se puede acceder pero en su momento fue como un secreto para unos cuantos amigos-: una especie de mediometraje dirigido por Reznor y Peter Christopherson (otro genio, que supo formar parte de Throbbing Gristle y Coil) juegando a la película snuff. Secuestro, tortura, desmembramientos varios, necrofilia y canibalismo se alternan con los videoclips de Broken registrados con una cámara casera de baja calidad que por momentos proporciona una verosimilitud escalofriante. Por cierto, Broken ganó un Grammy en la categoría Best Metal Performance por la canción Wish. El mundo es realmente un lugar muy extraño. «Mi epitafio va a decir «˜REZNOR: Murió. Dijo fist fuck, ganó un Grammy’«, bromearía más tarde. Nunca se imaginaría que casi 20 años después recibiría un Oscar.

Dicen que después de la bronca viene la tristeza. En el caso de Trent también vinieron la depresión y las fantasías suicidas. Con estos nuevos ingredientes trabajaría en su próximo álbum sin darse cuenta de que cuanto más escribía al respecto más alimentaba sus miserias. Trent se vio envuelto así en un callejón sin salida, un círculo vicioso al que denominó The Downward Spiral, un álbum conceptual sobre un hombre que a través de 14 canciones se va corrompiendo hasta la más absoluta decadencia. Ese hombre es ficticio, no es él, pero muy pronto lo sería. El proceso ya está en marcha, no por nada el disco lo grabó en la casa de Los Angeles donde Sharon Tate y otras cuatro personas fueron brutalmente asesinadas por el clan Manson en 1969. Él jura que al principio no sabía, que se quería mudar allí sólo porque le gustaba la casa pero una vez que se enteró le pareció algo inspirador y firmó el contrato sin vacilar, seguramente con una sonrisa llena de malicia. Sus demonios ya se estaban dando una panzada. Al banquete después se le agregaría el alcohol y las drogas en una adicción que duraría peligrosamente hasta la década siguiente.

El primer tema de TDS se llama Mr. Self Destruct; Reznor dice que no es él pero nota que se está convirtiendo en un ser nocivo y autodestructivo y hasta reconoce que pasa por distintas fases: «modo autodestructivo, modo reparación y después modo-disfruta-la-vida, seguido de vuelta por el modo autodestructivo». Su música lo enajena pero también le brinda momentos de redención cuando sus canciones flotan en el aire, es entonces cuando la bestia emerge haciendo un descargo catártico de 80 mil voltios de potencia. Y no se salva nadie. Equipos, instrumentos y hasta sus propios músicos «“se atrevieron a acompañarlo en esta gira, además de Vrenna, Danny Lohner, Robin Fink y James Woolley– se cuentan entre sus víctimas. Sin ir más lejos, en un show Chris Vrenna se convierte en uno de los mayores hits de NIN al quedarle la cabeza como un agujero después de que le cayera desde el cielo el sostén del micrófono que a Trent tanto le encanta lanzar hacia la batería. Ver a Trent Reznor en vivo en esa época (al menos en videos) es una experiencia retorcidamente fascinante; si hasta Iggy Pop parece uno de los Parchís al lado suyo. Por suerte, hay registro oficial de aquellos días: en 1997 se editó el VHS doble Closure, luego reeditado en DVD en el 2004. Un documento visceral e imponente, que muestra a un hombre al borde de la demencia tocando en carne viva como quizá nunca se haya visto antes.

Curiosamente, un mes después de la salida de TDS, Kurt Cobain se pega un tiro y ahora queda él, el señor autodestructivo (aunque por suerte no tanto), como la estrella conflictuada del momento. Adonde quiera que vaya le gritan «I wanna fuck you like an animal» como si fuese un eslogan de moda y ni al cabarulo ya le dan ganas de ir después de horrorizarse una noche al ver una stripper sacarse la ropa al son de los (sus) desesperados versos de Hurt. Aparecen centenares de banditas clones, con Stabbing Westward y Gravity Kills a la cabeza, y hasta los dibujos animados hablan de NIN. Irritado, se queja de que sus discos ahora se venden hasta en los shoppings, se queja de que pendejitos boludos ahora usan remeras de la banda, se queja cada vez que ve un sticker con el logo pegado en un auto… Parece que a Trent Reznor no le gusta ser mainstream. Piensa que su música es selecta, sólo para un puñado de entendidos, al resto les da la espalda, porque no son dignos. Como dijimos antes, Trent no tiene ni 30 años; todavía le faltaría mucho para madurar.

Cinco años pasarían hasta la salida del próximo disco pero mientras tanto nuestro antihéroe haría algunas pavaditas, como ensamblar un collage de más de 60 canciones para el soundtrack de Natural Born Killers (1994) de Oliver Stone, componer la banda sonora y los efectos de sonido del primer Quake para PC y también para Lost Highway (1997) del gran David Lynch. Colaboraría con otro David, en este caso nada más y nada menos que Bowie, produciendo el single de I’m Afraid of Americans e interpretando un inquietante papel en el video de una de las versiones del tema. De yapa, produciría los primeros discos e impulsaría la carrera «“a través de su sello Nothing Records, creado en 1992- de un tal Marilyn Manson, para después pelearse y volverse a amigar como dos vedetongas góticas (pero esa es otra historia). Los fans más acérrimos de NIN insisten en que Manson no fue más que un chiste malo de Reznor pero lo cierto es que mientras éste metió mano «“y metió bastante sino chequear el esencial Antichrist Superstar editado en 1996- lo del Reverendo no estaba nada mal.

Pero en realidad Reznor estaba en todos lados para no estar en su cabeza. La junta con este otro clan Manson le permitía seguir alimentando sus manías autodestructivas al punto de casi no tener retorno. En medio de la nebulosa, su abuela, la mujer que lo había criado, muere en 1997 y Reznor, hundido en una depresión infinita decide juntar fuerzas, quien sabe de donde, para volver a componer. Sólo su música podrá salvarlo. Y sólo él podrá salvar al rock «“ la escena musical de fines de los 90’s, saturada de rap metal y boy bands pedía a gritos una renovación: «la gente me decía que por favor vuelva para salvar el rock, y yo no tengo por qué hacerlo, ni siquiera me gusta demasiado el rock». La voluntad está pero las ideas no llegan. Después de pasar unos meses bloqueado, su cabeza se abre emanando miles de imágenes sonoras que pasaría dos años volcando en un disco doble, una obra maestra (otra más) llamada The Fragile. En su casa-estudio de Nueva Orleans, una ex funeraria que compró en 1995 (sí, las locaciones siguen siendo muy poco felices), Reznor se volvería un científico loco obsesionado con canciones que produciría una y otra y otra vez por días, semanas, meses ¿El resultado? Más de cien minutos de música de una calidad invaluable y un músico hecho un trapo. «Una vez que el disco salió, empezamos una gira de un año pero yo estaba en la peor condición imaginable para emprender semejante tour. Cuando terminó, a los pocos días, yo ya estaba liquidado. Llegó al punto en que dije: «˜una de dos: o me muero o me curo, porque no puedo seguir sintiéndome así'». Finalmente decidió pedir ayuda y comenzó un tratamiento de desintoxicación. En los próximos seis años Reznor estaría ausente del ojo público, concentrado en su proyecto más desafiante: sobrevivir y enderezar su vida.

«Creo que la música es algo que la gente ama y necesita y es algo con lo que se puede sentir identificada. Un montón de lo que se escucha ahora es como Mc’Donalds: algo rápido para salir del paso. En vez de satisfacerte te da dolor de estómago».

Si volvés a tu casa después de una noche en que las cosas no salieron bien (solo y ebrio quizás) y ponés NIN a todo volumen podés sentir la gloria y el infierno al mismo tiempo. Cualquier fan lo puede asegurar. A lo largo de los años, Trent dio cobijo a varias generaciones de outsiders, a toda una comunidad de proto emos marginados de la corriente de la existencia que sintieron, sienten y siempre sentirán consuelo en sus palabras: él nos dice que a él también le duele, que no somos los únicos hechos mierda. Por producir tantas cosas «“empatía, conexión, catarsis-, uno recurre a su música en momentos difíciles pero cuidado que si se abusa de ella el remedio se puede volver la enfermedad. Como si fuese una droga, la música de NIN tiene el poder ambivalente de sacarte a flote pero también de hundirte, de purgarte y hacer que te desprecies, de liberarte y hacer que te regodees en tus desgracias. Tal como le sucedió a su propio creador, del otro lado pasa lo mismo. Y no, NIN no es en absoluto como Mc’Donalds: te satisface y no te da dolor de panza precisamente.


Por paradójico y cruel que parezca, una vez que Reznor logró dejar las drogas y salir adelante, varios de sus fans de la primera hora empezaron a sentir que NIN había muerto, o al menos que empezaba a agonizar. El falso obituario proviene de la remera de un amigo, que en un acto de indignación «“o de nostalgia por lo que ya no es- se mandó a imprimir esa lapidaria leyenda en el pecho. Cuando la vi no necesité que me explicara nada: la entendía y en cierta forma estaba de acuerdo. ¿Pero qué pasó exactamente en el 2005? Reznor edita With Teeth, un álbum lavado, ligero, de canciones que están ok pero que son sólo eso: canciones. Porque hasta entonces cada disco de NIN era un conjunto de bombas molotov de una carga sonora y lírica totalmente fuera de serie, cada maldito tema era una ruptura con todo lo existente, con todo lo imaginable. Los discos de NIN estaban hechos de revoluciones, no de canciones. Grabado en apenas seis meses, el Reznor del nuevo milenio reconoce que nunca hizo algo tan rápido y que, a diferencia de las eternas y meticulosas sesiones de The Fragile, es su disco menos producido. «Quería hacer un álbum digerible y de una duración normal. Creo que es fácil hacer música impenetrable y esconderse detrás de eso. Hacer noise es fácil, hacer cosas que la gente no entiende también, pero componer una canción pop es complicado y una que no sea idiota más todavía». Aunque está lejos de cantar sobre globos y helados de colores, Trent empezaba a sanar, su obra se purificaba de oscuridad y sonidos retorcidos y sus hardcore fans que no pueden evitar sentirse «“ahora sí- completamente solos. With Teeth al menos consiguió lo que ninguno de sus discos anteriores: traerlo a la Argentina por primera vez para dar un tremendo show «“ salvando las distancias, el Self Destruction Tour y su formación emblemática  ya es un vago recuerdo- en el Luna Park.

Lo más interesante de esta nueva etapa, más que la música en sí, son los modos alternativos de comercialización que Reznor utilizó, inspirado en el caso In Rainbows (2007), para esquivar los canales tradicionales de la industria, y sobre todo la relación casi horizontal que se entabló con sus seguidores al permitirles remixar algunos de sus temas nuevos «“ y más adelante también editar y compilar videos oficiales y de ellos mismos para armar un film que se lanzó de forma independiente: Another Version of the Truth (2009/2010), «creado por fans para fans»-. Si antes se ofuscaba porque lo escuchaba demasiada gente, ahora sube a su web los archivos de audio para que todo el mundo juegue y experimente con sus creaciones. Está claro que el hombre volvió cambiado. Apenas dos años después de WT, Trent edita un alegato futurista anti Bush «“mezcla de Orwell, Terminator y literatura cyber punk- al que bautizó Year Zero (2007). Y esto sí es inédito. Por primera vez, Reznor se interesa (y escribe al respecto) por algo más que no sea su propio pellejo. Este nuevo estado de sobriedad le permite preocuparse por otras cosas y ver más allá. Los fans de siempre no entienden mucho qué está pasando pero al menos vuelven a encontrar algunas joyitas sonoras.

2008 lo encuentra a Trent súper generoso lanzando en simultaneo los cuatro volúmenes de Ghosts -36 instrumentales muy inspirados de pura cepa The Fragile- y a los dos meses regalando un nuevo disco, The Slip, a través de su web («Esta va por mi cuenta» había escrito junto al archivo de descarga). Un trabajo flojo pero por lo menos es gratis. Ese año también lo volveríamos a ver en el país, en el marco del Pepsi Music, lamentablemente tocando demasiados temas nuevos. Nos quejamos porque no puede ser que la puesta en escena con todos esos leds sea mejor que el playlist, pero si hubiésemos sabido que capaz no habría una próxima vez… «Me di cuenta que un montón del ímpetu de NIN venía de la negatividad y la frustración. En cierto sentido, cuando toco en vivo me convierto en esa persona y revivir eso cinco noches por semana puede volverse poco saludable. Además, me voy a casar y sería bueno poder prestarle atención a esa parte de mi vida también». Otro golpe inesperado: Trent Reznor, el ex príncipe de las tinieblas, se casa con Mariqueen Maandig, por entonces la cantante de una banda de medio pelo llamada West Indian Girl «“la familia feliz se completaría al año, con Lazarus Echo Reznor– y mete en un freezer a NIN para armar un proyecto con ella y su viejo amigo y colaborador Atticus Ross: How to Destroy Angels o How to Destroy NIN Fans, como diría un fan destruido. Después aparecería otro David más, el director de cine David Fincher, quien acudiría a los servicios de Trent y Atticus para musicalizar las nerdeadas de Mark Zuckerberg en la multipremiada The Social Network (2010). Y sí, un Oscar (y también un Golden Globe) va para ellos y cuando lo vemos a Reznor de traje agradeciendo a la Academia ya está, ya tenemos que hacernos a la idea: para bien o para mal Trent Reznor ya no es más un marginado, la vida finalmente lo ha aceptado así que hizo la suya y nos soltó la mano.

Alguna vez el cerebro detrás de Nine Inch Nails dijo que su música era como una terapia personal, que fue el amigo que necesitaba cuando no tenía a nadie. Está bien, te dejamos ir porque te queremos. Después de todo siempre vamos a tener los viejos discos para sonreír y llorar al mismo tiempo.

Ilustración: María Eugenia Funes

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