The Maccabees – Given to the Wild

Lo primero que llama la atención al escuchar el tercer disco de los ingleses es la suavidad en la voz de Orlando Weeks. Su particular forma ondulante con subidas y bajadas, al mejor estilo Win Butler, se ha nivelado. Estabilidad parece ser una buena palabra para describir el álbum; suena correcto, elaborado, ordenado, pero no deja de sorprender. Las melodías de la guitarra, con su tonada tan particular, se mantienen sensibles en cada uno de los tracks elevándose por momentos. La incursión de otros instrumentos, como trompetas, piano y sintetizadores terminan de enriquecer las composiciones.

La intro -homónima- suena como un canto espiritual, una voz en eco surge detrás de la espesa capa de sonidos y la guitarra abre paso a la inocente Child. Las letras son un tanto grises tratando temáticas como el paso del tiempo, el amor y la pérdida. Con la liviandad del piano y la fuerza de la percusión aparece Ayla, fuerza que repite la fría Forever I’ve known. Si bien todo el álbum mantiene cierta seriedad y profundidad hay lugar para canciones enérgicas como Pelican y Went Away con tonalidades que recuerdan a sus trabajos anteriores. Pasando a un punto totalmente opuesto se presenta Unknown, llamativa por su oscuridad, marcada por el sonido del bajo.

El disco mantiene los sentimientos a flor de piel todo el tiempo pero no es algo que se genere de forma forzada sino que simplemente sucede. Apostar al cambio parece haber sido una decisión madura y apropiada. La evolución y el crecimiento desarrollado de disco a disco se hace notar: The Maccabees se mantiene dando pasos firmes. Interesante trabajo de principio a fin.

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DEGUSTACIÓN

CHILD

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