Una mujer besando a un fantasma. Phantasia. Los griegos sabÃan bien de qué se trataba. Ni meros anhelos sexuales, ni pura invención virtual sin raigambre. El concepto de imaginación que se utiliza en la actualidad proviene de esa antigua idea superadora que no concibe a la fantasÃa como un escueto escape de la represión, sino más bien lo contrario: la aprehende como la gestora de un cosmos de posibilidades donde la mente «“ indisociable de los sentidos- es capaz de crear mundo, de poner en presencia lo indecible, de atrapar lo siempre furtivo y llevarlo por un instante a la «vista» de todos.
En su último trabajo de estudio intitulado -sin muchas casualidades- Songs for an Imaginary Film, Les Mentettes son protagonistas de un ejercicio de eso; sÃ, eso: phantasia. Porque más allá de que en Let’s Mentettes (2008) Adrián Rivora, Eugenia Brusa, Federico y Juan Pablo Bolo, Pablo Font y Tomás Molina Lera ya habÃan dejado bastante en claro su destreza orquestal para hacer colisionar la festividad de las melodÃas con la reflexividad de las lÃricas; aquÃ, todo ello alcanza un estatuto de intensidad dramática difÃcil de birlar. Mencionar la potencialidad cinematográfica de la decena de tracks que componen el LP es, a esta altura, una obviedad. Y sin dejar de lado el talento explÃcito de estas canciones para pintar paisajes y recrear escenas, el quid de la cuestión es que este trabajo grabado en Tulatraes Mobile Studio durante los primeros meses del 2011 sobrepasa el mero gesto de recuperación de géneros canónicos de la pantalla y transforma el producto del esfuerzo creativo «“que tan espontáneo suena- en la construcción de una constelación emotiva nueva, con sello propio.
Contorsiones arábigas de sitar, arpa y banjo en la apertura custodiada por Broken Dream, frenético galope de guitarras y terrosa energÃa de vientos en Ballad of Desperate Love, sensualidad jazzera de fliscorno en si bemol y redobles de baterÃa en It’s Over. Sin embargo, no se trata de una pelÃcula de Jafar Panahi, ni un western de Sergio Leone, ni un film noir con Humphrey Bogart. La tierna y solitaria comicidad marcada por la fusión de saxo, trompeta y trombón de Ghost Girl tampoco lleva rastros de un tÃtulo de comedia romántica norteamericana. El melancólico arrullo de la voz de Brusa en Bird Song -que más tarde se expande con mayor intensidad aún junto al sollozo del cello en Tide– no lleva dirección de Stephen Daldry. Y a pesar de la insistente y alegre inocencia del teclado en Suzanne tampoco hay moros en la costa de un posible protagónico de Audrey Tautou.
Porque estas «canciones para un film imaginario» no son una colección de bandas sonoras con lente rioplatense de remakes de largometrajes ya existentes. Aquà hay un universo nuevo que busca hacerse presente con cada escucha. Allà se halla la auténtica imaginación. Donde los elementos se modelan encontrando nuevas formas, acuñando nuevos sentidos. Más allá de la repetición, bien junto a la sorpresa. Si se contempla el arte de tapa de Songs for an Imaginary Film se puede ver, literalmente, una mujer besando a un fantasma. Basta con oÃrlo para comprender que de eso es, en definitiva, de lo que este disco se trata.
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DEGUSTACIÓN
DUST IN SPACE
Podés escuchar el disco entero desde el bandcamp de Les Mentettes.
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