Stephen Malkmus & the Jicks
Mirror Traffic
2011 – Matador
[8.1]
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No resulta coincidencia que el último disco de Stephen Malkmus & The Jicks se llame Mirror Traffic . O eso al menos es lo que se intuye cuando se repasan los quince tracks del CD a la largo de sus cincuenta minutos de duración. Esteban, sentado en su desvencijado auto volvió a cruzarse «“premeditadamente- con sus viejos compañeros de ruta hace un par de años. Pavement se mantuvo consistente durante esos meses y juntos condujeron casi en piloto automático un carromato no muy lujoso, pero si efectivo y a prueba de cualquier terreno.
De vuelta a la banquina, el pavimento (cuando no) le devolvió a Malkmus cierta resolución compositiva y un confortable andar. Nuevamente sentado en su vehÃculo de porte vintage, el ex Pavement zanjó su destino y acomodó su espejo retrovisor para, precisamente, mirar un poco más atrás. Hacia adelante, el tráfico se percibÃa atestado. No vislumbraba descongestionamiento alguno. Fue asà como entonces decidió poner marcha atrás y volver al lugar donde más cómodo se lo nota. Un páramo que se haya entre Crooked Rain Crooked Rain (1994) y Wowee Zowee (1995) y que contiene las más maravillosas melodÃas que Stephen junto a sus Jicks hayan alcanzado hasta el momento.
Como mediador de la nostalgia, Beck se aproximó hacia allÃ, probablemente en un automóvil alemán, y direccionó las canciones hacia la época en la que él y Malkmus eran los abanderados de la Generación X, haciendo de la apatÃa y el descontento todo un estilo de vida (Hola, sà ¿recuerdan Loser?). Algo del Sea Change (2002), disco intimista del productor a cargo, se percibe allà (No One Is As Are I Be, Asking Prize, Long Hard Book), dando cuenta del grado de madurez que los encuentra a ambos.
Con eso y con todo, Stephen Malkmus parece no tener ganas de quitarle su nombre que antepone a la banda que lo acompaña. Jon Spencer lo hizo alguna vez con sus Blues Explosion. Indicó que su nombre no era más importante que el resto de los integrantes, y que era más cómodo para él referirse a ellos como la Blues Explosion, y no asà como la banda «de». El caso de Malkmus responde a otro tipo de ego. Un ser que posee el copyright perfecto para la confección de canciones en plan indie rock merece jactarse de tal. Pues entonces, es loable que Stephen Malkmus continúe siendo Stephen Malkmus.
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DEGUSTACIÓN
GORGEOUS GEORGE
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