Red Hot Chili Peppers

septiembre 16, 2011

En 1983 cuatro compañeros de la preparatoria Fairfax High School de California formaron una banda a la que llamaron Out In L.A. Ellos eran Anthony Kiedis, Hillel Slovak, Michael Peter Balzary (Flea) y Jack Irons. Lo que aún no sabían aquel año, es que habían desencadenado el nacimiento de una de las últimas «grandes bandas» de lo que podría denominarse, la «era clásica del rock».

Por «era clásica» me refiero a aquel imaginario de banda de rock n roll como grupo de melenudos que viven una existencia de excesos en todo sentido, opuesta a la actual «actitud rocker», que no es más que una forma carente de sustancia. Pero además, los Red Hot Chili Peppers nacieron al calor de una década marcada por el nacimiento de la línea de cable MTV, que revolucionó el mundo de la música popular. Si hasta los 80s el mito del rocker estaba orquestado por las compañías discográficas y las revistas de música, la espectacularización del género como fenómeno televisivo quedaría sellado con la nueva señal.

Es a ese paradigma al cual pertenecen: una época donde se compraban discos y se veían videos a través de la caja boba que los reafirmaba en su condición de ídolos. Toda una generación alrededor del mundo vio nacer, al mismo tiempo, mega bandas como Nirvana, Metallica o Guns N Roses.

Pero hay algo que distingue a RHCP de estas otras y su causa ontológica puede encontrarse en el lugar donde fueron concebidos: California. Los ritmos, así como también los estados de ánimo, son influenciados por la geografía y el clima. El bossa está afectado por el caminar sobre la arena y la música del altiplano marca el compás de la montaña. El grunge de Seattle, por ejemplo, es diametralmente opuesto a la jocosidad y el ritmo de los Red Hot; mientras el primero se nutre del frío y la humedad, el segundo camina por la playa y surfea las olas del pacífico. Ahí hay que buscar la explicación sociológica a la desfachatez, la corporalidad exagerada, y la encandilante vestimenta que veíamos en sus videos y nos dejaba deslumbrados. Después de todo, eran surfers haciendo música.

Los Peppers comenzaron siendo unos adolescentes descontrolados que querían divertirse: Flea, Irons y Slovak improvisaban en un bar de Los Ángeles mientras Anthony rapeaba un poema titulado justamente Out In L.A (sí, como uno de los tantos nombre que tuvo la banda). Más tarde, y rendidos ante las energías estrambóticas del pelilargo, lo integraron como vocalista.

Rápidamente se hicieron conocer en una ciudad dominada por el punk de los Go-Go’s, los Germs y los Circle Jerks. En sus impactantes presentaciones en vivo mezclaban como perfectos alquimistas el punk y el funk, una fórmula que dejó su huella más notoria en el cover de Higher Ground, de Stevie Wonder. El Motown de los 70s y el punk bailaban de la mano. Pero el éxtasis llegó cuando durante una presentación en el Kit Kat Club salieron desnudos al escenario cubriéndose únicamente sus miembros con medias, imagen que se convertiría en un ícono de la banda.

Red Hot Chili Peppers supo abrirse a dos productores muy diferentes que fueron determinantes en su sonido: el primero fue George Clinton, el rey de Parliament-Funkadelic. Con él grabaron Freaky Styley (1985) luego de su primer disco homónimo (1984); el segundo fue Rick Rubin, quien debutó con la obra maestra titulada Blood Sugar Sex Magic (1991), y posteriormente continuó produciendo la totalidad de los discos hasta el reciente I’m With You (2011).

El problema con los excesos de drogas también mora en el imaginario del rock y este grupo cumplió con ese ridículo requisito. Durante la grabación de Freaky Styley, Anthony y Slovak iniciaron su adicción a la heroína. El 25 de junio de 1988 Hillel Slovak murió por una sobredosis explotando en mil pedazos a la banda. Jack Irons, íntimo amigo durante la preparatoria, no pudo soportarlo y debió hospitalizarse para recibir tratamiento psiquiátrico mientras Kiedis emprendía viaje rumbo a México. Ese era un posible final para el grupo.

Pero el vocalista y Flea decidieron seguir: «Nos dimos cuenta que no podíamos parar por la muerte de nuestro mejor amigo. Iba a ser una permanente tristeza en nuestras vidas, pero quisimos continuar con RHCP porque, después de cinco años, se había transformado en nuestras vidas», declararon tras su regreso. Ya no eran los mismos y lo gritaban al mundo en Mother’s Milk (1989): «Si me ves volviéndome poderoso / Si me ves elevándome / Noquéame / No soy más grande que la vida», dice es el estribillo que reza Knock Me Down, primera canción dedicada al recordado amigo y en referencia a la heroína.

Desde allí todo cambió, aparecieron Chad Smith y el joven John Frusciante, que con sólo 18 años y siendo fanático de la banda, se postuló para ocupar el lugar vacío. Cuando lo escucharon supieron que era Slovak tocando: ambos compartían su amor por Jimmy Hendrix.

Sin embargo, a los imponderables hay que sumarle las dos deserciones de John, que significaron cambios en la música de una banda que sabe adaptarse a las circunstancias y siempre les devuelve un revés ganador. La primera vez su reemplazante fue Dave Navarro, con quien grabaron el oscuro y genial One Hot Minute (1993); la segunda fue al término de Stadium Arcadium (2005), dejándole el lugar a Josh Klinghoffer, que fue unos de los artífices de I’m With You.

Pasaron casi 30 años desde aquella preparatoria; 14 músicos en algún momento ocuparon un lugar en la banda, 10 discos nos hablaron y sonaron distinto, pero hay algo que se mantiene intacto en los Red Hot Chili Peppers, y es John Frusciante quien lo pudo poner en palabras: «Nuestras vidas se basan en nuestra música, y viceversa; y sólo queremos seguir expandiendo sin perder la energía y la llama de la cosmicidad que esta banda ha tenido desde el primer día».

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