Red Hot Chili Peppers – I’m With You

septiembre 6, 2011

Red Hot Chili Peppers

I’m With You

2011 – Warner

[6.5]

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Después de cinco años vuelvo a tener un disco de los Red Hot Chili Peppers en mis manos. Para ser más preciso, tengo las quince canciones encerradas en mi reproductor. Desde el lanzamiento de Stadium Arcadium (2006), hubo un cambio que seguramente será determinante en su música: John Frusciante. El guitarrista dolido, aquel que aún no terminó de adolecer, una vez más abandonó la banda y en su lugar ahora está Josh Klinghoffer. Sin embargo, los buenos antecedentes de los RHCP en cuanto a cambios de guitarras, son un consuelo ante la desconfianza; pasaron Hillel Slovack y Dave Navarro dejando grandes discos como resultado de nuevas alquimias. De todos modos, escuchar «lo nuevo» de un grupo a punto de pasar la barrera de los 30 años de historia es todo un riesgo, hay mucho que perder y poco por ganar. Pero rápidamente entiendo que el verdadero riesgo lo asumen ellos al seguir en el ruedo.

Voy al encuentro de un disco amenazado por un primer single «“ The Adventures Of Rain Dance Maggie «“  desalentador, que me trompeó en el peor de los sentidos. La ausencia de John es tan evidente que la introducción del tema deviene en su símbolo. Las guitarras parecen ir por un camino mientras el bajo y batería van por otro; tímida, como pidiendo permiso, se limita a soltar algunos acordes reververados. Josh solo acompaña de manera intermitente, con unos sensuales punteos en el estribillo, pero dejando al descubierto su, por ahora, escasa participación en la composición.

Estoy a punto de salir de mi casa, cruzo el umbral al mismo tiempo que doy comienzo al primer tema: Monarchy Of Roses. ¡Sorpresa! Recibo una descarga de guitarras saturadas mientras Anthony Kiedis desgarra el espacio con voces oxidadas. Me veo arrastrado en el tiempo hacia la oscuridad y el árido paisaje de One Hot Minute (1995), se siente algo de Warped en el aire. Pero cuando la presión es demasiada, explota mi nube y caigo enceguecido por las luces de una música disco que me atrapa con pegajosas y estériles melodías. Empiezo a advertir la dialéctica del disco.

Bajo al subte al mismo tiempo que mis expectativas descienden conmigo. Pasó Factory Of Faith desapercibida por lo redundante en sí misma y aparecen las primeras guitarras acústicas del disco con Brendan’s Death Song, una canción ideal para emprender un viaje como el estoy haciendo. La sensación es de un continuo in crescendo hasta que aminora la marcha para llegar, con el envión del comienzo, al final.

Aprieto pausa. Me pregunto si el punk y el funk furioso de los viejos tiempos quedaron en el exilio del pasado. Miro a mi alrededor y un señor de unos 60 años me lo hace comprender con su imagen; ¿Puedo pedirle a este señor, con pelo blanco y panza generosa, que tenga las energías de su juventud? ¿Puedo pedirle que siga siendo hippie, punk, o revolucionario? No, lamentablemente no. Tampoco puedo pedirle a los Peppers que sigan siendo lo que eran en Mother’s Milk (1989). El error es síntoma de nuestra búsqueda por mitigar nuestra finitud aferrándonos en la eternidad de la juventud.

Luego de esta reflexión, y ya de nuevo en la calle, me siento despojado de falsas expectativas y retomo el disco. Ethiopia pretende caminar funk pero no lo logra, no trasciende a la simple forma y pierde sustancia en sus versos. Con Annie Wants a baby, Josh parece estar aburrido mientras la canción pasa en frente suyo. Improvisaciones fútiles inundan la canción hasta el hartazgo.

Sin embargo, algo empieza a cambiar, hay un atisbo de algo que se confirmará con el correr de los temas. En Look Around aparece el primer medio tiempo interesante, y la presentación en los teclados de Greg Kurstin, quien ya había trabajado en Californication (1999) y a quien Rick Rubin «“productor del disco- le dió plena libertad. Con Did I let You Know ingresa una ola tropical con vientos de trompetas y tambores africanos. Prolijos coros acompañan a Anthony a lo largo de la canción y un lindo leit motiv de Josh le da personalidad a la canción.

Estos medio tiempos, que empiezan a florecer en la segunda «“y mejor- parte del álbum, tienen algo en común: una búsqueda de atmósferas psicodélicas que le dan un respiro a las ansias por lograr grandes estribillos o versos. Happines Loves Company profundiza esa búsqueda de rock psicodélico con una estructura instrumental y vocal que recuerda a Happy Together de The Turtles.

Mientras sigo caminando me encuentro con, a mi parecer, la mejor canción: Even You Brutus? Su introducción en piano presenta de la mejor forma un tema que respira bocanadas de soul, y es comandada por un Anthony que rapea cual Kanye West, en lo que es, sin dudas, su mejor interpretación en todo al álbum.

Pero aún faltaba algo más. Escondida, como quien quiere preservarse para el final, aparece Meet me at the Corner reclamando ser la mejor balada I’m With You. Coros perfectos que llegan al éxtasis en el más impactante medio tiempo, un homenaje de las viejas, a las nuevas generaciones, un guiño a la música contemporánea y lo que se vivió estos últimos años en la escena musical con bandas como MGMT.  Algo de esa psicodelia neoyorquina, de voces quejonas y coros oníricos, pidió prestada esta canción.

Finalmente, la despedida pasa desapercibida con Dance, Dance, Dance, tema que promete desde su nombre mucho más de lo que consigue. Me saco los auriculares pensando que la última pieza es parte de esa dialéctica por la cual zigzaguea un disco atravesado por los cambios y mutaciones de una banda con nueva formación. I’m With You seguramente no será muy recordado y citado dentro de su discografía, y aún menos por sus fanáticos de siempre, pero seguirá siendo un álbum de los Red Hot Chili Peppers.

DEGUSTACIÓN

EVEN YOU BRUTUS?