Devendra Banhart es uno de esos músicos que podrÃa ser tu amigo de toda la vida, ese que siempre tiene una salida divertida en las charlas y se pone a tocar la guitarra en las reuniones. Un dÃa tu amigo se aburre de la facultad y empieza a grabar música y tocar en vivo. De repente (no tan de repente, desde ya, pero sirve a los fines introductorios de esta nota) el nombre de tu amigo empieza a estar asociado a una especie «renacimiento del folk» y el rock psicodélico. Pero sigue siendo el de siempre, con el que te podés tomar un vaso de leche (o cualquier otra cosa) y hablar de lo que sea.
Se viene la segunda visita de Devendra a la Argentina. Los mejores recuerdos que tiene de la primera no son de arriba del escenario, algo que tendremos oportunidad de revertir este 5 y 6 de abril en Niceto Club. A dÃas de su llegada al paÃs, el músico se tomó un rato para respondernos algunas preguntas.
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-Tus sonidos y puesta en escena son muy actuales, y al mismo tiempo sos fanático de artistas de larga trayectoria como Caetano, y hasta confesaste tu devoción por Atahualpa ¿Qué tanto te reconocés en la escena musical moderna?
-DarÃa la impresión que hay una contradicción entre ser y tener sonidos actuales (que yo interpreto como contemporáneos) y admirar a artistas que han tenido una larga carrera llena de cambios, experimentos, malos entendidos ¿Pero no es parte de la misma cosa? Y sà , soy súper fan, hasta dirÃa fanático de Atahualpa , o como lo llaman tan dulcemente ustedes «Don Ata», y de Caetano. Dos artistas muy differentes, pero dos artistas que le ponen palabra y melodÃa a los dos aspectos de mi ser.
-Hablando de Caetano, una vez que los vió en vivo les dijo que el show habÃa sido horrible pero que le habÃa encantado ¿Cómo hacen de un show supuestamente malo una obra que conmueva y emocione?
-Bueno, aunque es mi historia favorita y la mejor cosa que alguien ha dicho de nuestra música, fue un incidente aislado ¡Normalmente son terribles y a nadie le gustan! (Risas). No, en verdad tuvo que ver más con los problemas técnicos que con nosotros. Nada del equipaje que alquilamos del festival servÃa, Ãbamos a tocar a las 9 , después nos dijeron a las 11, después a las 2 y terminamos tocando a las 3. De todos modos, es lo mejor que se dijo alguna vez sobre nuestra música.
– ¿Por qué siempre se te asocia al folk y la psicodelia cuando son términos con los que no te identificás?
-Cacahuates, tacos, sonidos oscuros donde te ahogas, sonámbulos, lunas… En el pasado esa habrÃa sido una de mis respuestas. Y en cierto modo todavÃa es mi respuesta pero si ponés en perspectiva la pinta de Manson malnutrido que tuve toda mi juventud, la gente empieza a imaginarse cosas… Me gusta la psicodelia pero soy una abuelita. Me gusta tomar leche y leer sobre caracoles. La musica folk es parte de mi corazón, y siempre lo será, pero lo hippie se volvió un poquito demasiado gastado para mÃ.
– Hace poco presentaste una muestra de arte en México ¿Cómo fue la experiencia? ¿Te gustarÃa que se repita?
-¡SÃ! Nunca lo voy a repitir con esa galerÃa que no voy a mencionar aquÃ, pero voy a curar una exposición en Roma.
– ¿En qué sentido creés que haber vivido en paÃses tan diferentes influyó en tu forma de hacer música?
-Perspectiva… Eso es lo más importante para poder navegar por esta existencia terrenal, fÃsica. Sin perspectiva no existe la paciencia.
-¿La música es un trabajo o una necesidad? ¿Pasa un dÃa sin que agarres la guitarra?
-Ufff, ¡pasan meses! Bueno, no meses, ¡pero dÃas sÃ! Pero no se significa que no esté escribiendo, eso es una necesidad inevitable, no se puede controlar ni quiero. Pero sólo sé esto: una melodÃa, una lÃnea, o una parte de la canción viene siempre en el peor momento posible… El sentido del humor oscuro de la creación…
-¿Tenés nuevo material grabado? ¿Estás trabajando en nuevo disco?
-SÃ, tenemos 55 canciones. Será solamente Noah y yo esta vez. Las canciones no están listas para tocar todavÃa pero ya empezamos.
– ¿Qué lugar ocupa la polÃtica en tu vida? De alguna manera sos tanto parte de Estados Unidos como de Venezuela, y todo lo que esos paÃses representan…
-Es muy triste ser venezolano ahora, con las fotos de Chavez abrazando a Gaddafi… Muy triste. Prefiero que abrace a Castro mil veces más, pero es asÃ, el menor de los males. Leo las noticias todos los dÃas, es parte de mi ritual de la mañana. Pero no entra en mi trabajo hasta que tenga una conexión humana. Por ejemplo, cuando el terremoto y después el tsunami le pegaron a Japón no pensé en componer una canción. Pero después de escribirle a un amigo que vive allÃ, su respuesta me partió el corazón y decidà empezar a escribir algo.
– ¿TenÃas ganas del volver a Argentina? ¿Qué recordás de tu última presentación acá?
-Bueno, aún no se me ha quitado la pena del único show que he dado en Argentina. Me rompió el corazón tocar en lo que yo pensaba era un festival y era una fiesta privada para 4 caretas… Qué dolor. Pero recuerdo mucho más, compré todos los álbumes de Almendra y Atahualpa, y un pocotote más. Cené en la casa de Juana Molina una noche calma y caliente, como un sueño; la casa rosada pintada de sangre de vaca… Esta vez traigo a mi mujer, la artista serbia Ana Kras, y vamos a mirar casitas por ahà para alquilar por unos meses. Vamos a ver si la encontramos….
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