James Blake
James Blake
2011 – Atlas Recordings
[7.5]
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Después de editar tres excelentes EPs el año pasado y meterse a todo el mundo en el bolsillo con su particular combinación de elementos e influencias (dubstep, soul, jazz y una electrónica tan quisquillosa como minimalista), el joven productor estrella se manda con su primer larga duración y, si bien ahora con esta entrega directamente se comió a la crÃtica toda, el nuevo formato no le sienta demasiado bien.
James Blake se perfilaba como el nuevo geniecillo de la electrónica pero con este disco homónimo, que tiene como novedad la presencia protagónica de su voz y su formación clásica frente al piano, ya no se sabe si este londinense de apenas 22 años es un genio precoz o un chanta; holgazán y autocomplaciente.
Genio porque en este nuevo trabajo hay algunos (pero sólo algunos) temas que realmente son novedosos, originales y además están impecablemente producidos, interpretados y ejecutados. El comienzo es fuerte en este sentido. Unluck, con un patrón rÃtmico de clicks nerviosos y voces sampleadas y manipuladas hasta el infinito pero con moderación, bien podrÃa ser un track de Klavierwerke, el EP anterior. Wilhelm’s Scream es definitivamente un highlight, con una hermosa interpretación vocal y una producción virtuosa que se carga al hombro una progresión sonora que va del éter más hueco y vacÃo a una distorsión y estática invasiva, que lentamente lo va llenando todo. Cuando nos dimos cuenta el espacio se estrechó hasta la asfixia. Por otro lado, Limit to your Love es una gran versión del original de Feist, con una impronta aún más melodramática y elegante que la de la canadiense.
Holgazán porque hay canciones que parecen apenas jueguitos de menos de dos minutos entre Blake y su piano (Give me my Month, Why Don´t you Call Me); suenan improvisadas, desordenadas, no aportan nada, sólo sirven de relleno. Otro ejemplo es Lindesfame I, que hace de intro a Lindesfame II aunque dura casi tanto como ésta: sólo se basa en la voz auto-tuneada de Blake cantando sobre la nada más algunos efectitos de sonido, cosa que Bon Iver ya hizo antes y mejor.
Autocomplaciente porque hacia el final se le va la mano con la experimentación perdiendo su toque, es decir la producción sutil y minimalista que lo caracteriza(ba). To Care (Like you) y I Mind resultan molestas, con voces distorsionadas irritantes, poco agradables y estructuras rÃtmicas torpes y mal articuladas, casi inexistentes. La escucha se vuelve pesada pero a Blake no le importa, parecerÃa que sólo quiere hacer varias canciones para llegar al LP, sin importar si son relleno, ensayos o experimentos a medio hacer. DeberÃa volver al formato al que estaba acostumbrado, donde no sobraba nada.
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DEGUSTACIÓN
WILHELM’S SCREAM
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