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Con un cuarto disco titulado de manera homónima y de vuelta en las filas de Matador, su sello inicial, está claro que el ahora trÃo neoyorquino quiere volver a los orÃgenes. No lo logra «“y lejos está de hacerlo- pero al menos nos regala un puñado de buenas canciones.
Interpol cada vez se parece menos a una banda de rock. Menos velocidad (de medio tempos para abajo), menos guitarras y bajos al frente, más piano, bronces y arreglos orquestales. Temas como Memory Serves y Lights, el primer corte, se arrastran a paso cansino delineando la onda espesa del disco. La cosa se anima un poco con la dosis rockera (¡al fin!) de Barricade y el encanto pop de Summer Well y Try it On, ambas con acordes de piano bastante simpáticos que echan un poco de luz entre tanta oscuridad.
Pero esto recién empieza y la oscuridad se desborda en All of the Ways, una pieza orquestal, casi de cámara, que parece hundirse lentamente en un pantano. Le sigue cerrando el disco la magistral The Undoing, en la cual cada músico afila sus instrumentos (excepto Paul Banks que canta algunos versos en un español desastroso) sobre un colchón oscurÃsimo, al borde del gótico, de teclados, vientos y sintetizadores.
Lo cierto es que las intenciones de la banda de volver al pasado glorioso de Turn on the Bright Lights (2002) e incluso Antics (2004), quedan truncas no solo por haber perdido cierta frescura en lo musical, sino también por el alejamiento del bajista Carlos Dengler después de haber concluido la grabación de este trabajo. El futuro de Interpol se vuelve aún más incierto; Carlos era una pieza fundamental del sonido «“incluso de la imagen- de la banda y su marcha seguro traerá consecuencias considerables.
Degustación:
The Undoing
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