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Muy atinado que los Klaxons le pongan Surfing the Void (surfeando el vacÃo) a su segundo disco. Porque de eso se trata: diez canciones vacÃas de contenido, de onda, de sentimiento… en fin, la nada misma.
Surfing the Void no llega a los 40 minutos pero al carecer totalmente de un mÃnimo de atractivo parece como si durara una eternidad. Los arreglos vocales, que podrÃan considerarse el fuerte del trÃo, desaparecieron para dar lugar a fraseos mecánicos que se llevan armonÃa a marzo. Las letras son rimbombantes y estúpidas a la vez (ejemplo: La entropÃa se evapora /absorbiendo lo obsceno). Parecen armadas al azar por bolilleros seleccionados por manatÃes en un estanque, como aquel chiste de South Park que se burla de los guiones de Padre de Familia. Las guitarras y los teclados saturan, lastiman el oÃdo y ni siquiera se pueden justificar bajo la excusa de la experimentación, ya que no hay ideas, ni mucho menos riesgo detrás.
Porque los Klaxons son prolijos incluso cuando intentan rockear, o hacer cosas raras o diferentes. Todo muy medido, en su exacto lugar, no sea cosa de que se vayan a despeinar. Y asÃ, claramente no consiguen nada de eso, sólo repetirse e incluso retroceder. Tan malo es Surfing the Void que logró pinchar de un hondazo el enorme hype que consiguieron con su primer disco. A ver de qué se disfrazan ahora que ni los crÃticos los acompañan.
Degustación:
Extra Astronomical
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