Se acabaron los nenes, los papás y las anginas del imaginario infantil con el que Arbol se ganó un público repleto de bajitos. Ahora con su sexto disco, lejos de querer apuntar hacia otro lado, los de Haedo pretenden crecer con ellos, acompañándolos en el complicado camino a través de la pubertad.
«Festichola todos en bolas» y palabras como flasheando, entonados y zarpamos se escuchan en el pistero El sábado en Ramos, primer corte y también el primer tema netamente electrónico de Arbol. Asà que la sorpresa es doble. Los más avispados se darán cuenta de que la dan de irónicos, pero no es gracioso, el mensaje no deja de ser confuso y aparte, ¿era necesario algo asÃ? Sin ir más lejos, Ji Jo es un esperpento hip hopero que le canta ¡a los floggers! Y para colmo los defiende («Sólo vamos al shopping a ver la vida pasar/ no nos vengan a filosofar con que esto es un problema generacional»). De vuelta, ¿para qué? Y claro, para no perder a su público que va creciendo.
En No Me Etiquetes se sigue buscando sin mucho éxito la versatilidad de estilos que los caracterizaba. Abundan los temas musicalmente pobres, se trate de pop desganado (Volveré a mi Barrio) o punkitos a la Green Day (El Viaje de mi Vida no podÃa tratarse de otro que el de Bariló, sÃ, cantado sin el che final; después le ponen al disco ese nombre y no hacen más que estereotipar a los adolescentes). Hay mejores intenciones en el ska de tintes mexicanos de Paquita (en referencia a la cantante de rancheras Paquita la del Barrio) y en Yo Soy lo Más, que salta de la chacarera a la cumbia y al surfer rock, pero que termina logrando más aturdimiento que admiración.
Arbol tiene dos discos fantásticos (Arbol de 1999 y Chapusongs de 2002) y después discos como éste, que no sólo no están a ese nivel sino que rozan lo mediocre. Eduardo Schmidt, prácticamente el cerebro musical de la banda, se dio cuenta de esto y se fue justo después de volcar con Guau! (2004). Al parecer, su regreso puede ser lo único que salve a Arbol de la decadencia total. Realmente una pena.