El primer disco oficial de Los Reyes del Falsete suena bastante low fi y tiene un clima onÃrico más que agradable. Encontraron la fórmula para tocar sin bajo e innovan desde las formas, con sutiles cortes que dibujan paisajes en cada melodÃa. Esos cortes, esos silencios, son el elemento distintivo que hace que cada canción de La Fiesta de la Forma sea única.
En temas como Pacheco o Yabrán invitan a conocer un rato su mundo. Mientras guitarra y voz construyen la melodÃa principal, ellos armonizan, suben, bajan y viajan en una serie de secuencias surreales, que van desde reflexiones sobre Tinelli hasta teorÃas delirantes acerca del paradero de Yabrán.
A los largo de las diez canciones conviven momentos de ebullición (generalmente en los pasajes instrumentales), donde el sonido toma un tinte noise; con baladas espaciales como Ida y Vuelta (A Plaza) o Tifi Rex, que flotan sobre un manto de calma y tranquilidad.
Lo más importante que tiene una banda independiente es la libertad. Los Reyes del Falsete juegan con eso y -entre otras cosas- se dan el gusto frenar en mitad de un tema (El Gran Cohete) para fumar un porrito (al que después incluyen en los agradecimientos).
Las fotos, las luces y los colores del arte de tapa terminan de hacer que este sea uno de esos trabajos que vale la pena tener a mano para escuchar y para ver mientras todo va cambiando de forma.