Un año después del último de sus patinazos -el álbum de dance Last Night, de 2008, con el que intentó conquistar las pistas y redimirse del flojÃsimo experimento rockero Hotel, de 2005- el bueno de Richard Melville vuelve a las bateas con el primer experimento salido de su propio sello discográfico independiente Little Idiot. El disco en cuestión se llama Wait For Me y parece un regreso del amigo Moby a sus raÃces.
En buena hora, por cierto, porque el crédito que habÃa abierto en el ’99 con el magnÃfico Play ya estaba por acabársele a fuerza de fracasos, algunos más resonantes (como sus últimos dos discos, que mencionábamos) y otros -como 18 (2002)- un tanto más sutiles pero igualmente duros por la expectativa creada y la decepción del producto final. ParecÃa que Richard se habÃa quedado sin ideas después de ese sorprendente y enorme suceso que habÃa sido su quinto disco, agradable sorpresa de fin de siglo que fuera unánime y merecidamente loada. Después de esto, igualmente, Moby pareció ir perdiendo el camino que lo habÃa llevado al éxito.
Quizás por eso, para este disco, optó por escindirse del mercado e inspirarse en artistas de la talla de David Lynch -quien incluso dirigió el video del hasta ahora único single del disco, Shot In The Back Of The Head– para un disco intimista, emocional, lúgubre pero prÃstino. HacÃa rato que no le escuchábamos algo tan inspirado como Study War, con su siempre meticuloso trabajo de sampling y una composición de patrones instrumentales -que dominan el álbum, por cierto- perfeccionista y lograda. No en vano este Wait For Me fue grabado Ãntegramente en su casa: parece reflejar los pensamientos de Richard cuando está puertas adentro, en su casa, esas cosas que pasan por su cabeza cuando no tiene que complacer a los ejecutivos de las discográficas.
Es que seguramente sea ese el principal argumento por el cual este disco es el mejor que Moby haya producido en una década: porque – no casualmente, como Play– es un álbum honesto, sincero, sin pretensiones más que la de ser una expresión sin filtros de la mente y la creatividad de su autor. Efectivamente, aún con sus limitaciones (que las tiene, y es justamente ese otro de los puntos que hacen al disco tan cándido) Wait For Me seguramente se asemeja a aquello que el bueno de Richard tenÃa en la cabeza a la hora de empezar el proceso de composición: hacer algo que él amara en lugar de satisfacer a los crÃticos y ejecutivos discográficos. Ese es el leit motiv que encontró en una conferencia de Lynch en el BAFTA del año pasado, y es el producto final el que -sobre todo comparado con sus anteriores esfuerzos- se convierte en el fruto perfecto de aquella reflexión.
Introspectivo, sombrÃo, solitario, mayormente agreste y -sobre todo- reflexivo e intimista, Wait For Me es en muchos sentidos el esperado regreso de Moby a las fuentes, a aquello que lo inspiró primeramente a hacer música: la música por sà misma, por el placer del proceso creativo y el disfrute completo de un producto final que comience llenando el corazón de quien lo compone para luego conquistar el alma de quien lo escuche. Moby parece haber entendido esto. En buena hora, claro que sÃ.